domingo, 6 de julio de 2008

Brújula

El entremés político español -que ha supuesto al menos 30 años- ha dejado paso al grueso de la pieza, al plato fuerte, a las beligerancias francas. El telón ha caído y se abre un nuevo acto resplandeciente y definitivo. Ya tenemos al elenco identificado, conocemos a los actores y sus papeles, sabemos sus posiciones en las barricadas, en la palestra vemos a los enemigos enfrente y bien iluminados.

Los neonazis del PSOE han buscado la manera de escalar el monte y se encontraron con unos aliados periféricos antediluvianos; juntos han hecho el camino desbrozador de la Nación Española. Las libertades básicas que disfruta la sociedad moderna provienen políticamente del Renacimiento. Siglos de una práctica política internacional pretende ser abolidos de un plumazo por unos pájaros cuya composición social es de mendigos advenedizos y pendencieros autodenominados “progres” o de “izquierdas”, pero emuladores enanos de los nazis hitlerianos o los stalinistas degenerados.

Por más que esfuercen disimulo no logran tapar sus delirios aspirantes a amos de un rebaño al que quieren ahormar según imposibles deseos. Quieren controlar socialmente vida y muerte, emociones y conductas, ciencia y religión de las personas, en un ejercicio demiúrgico digno de las tribus más salvajes que la humanidad haya conocido. En esto están superando a Hitler, pues si éste buscaba la supremacía de una supuesta raza y la eliminación de las consideradas inferiores; estos neonazis caseros persiguen una “raza” única de población sumisa, cuerpos productores, consumidores, contribuyentes, pero carentes de su carga humana al completo, de su genuina alma. Todo esto no es más que un jalón histórico de Delirium tremens, surgido en suelo hispano a petición del capitalismo decadente.

Hacia el final de su dominio planetario, el sistema capitalista ha esculpido a sus auténticos partidarios en una España campeona mundial de esta pesadilla. El extremismo codicioso del capital les ha dotado en nuestra Patria con su verdadero credo, han enseñado sus intenciones verbalizándolas y puestas en práctica en el país, mostrando de qué manera tratan de sobrevivir como es forjando una masa social plena de idiocia porque de otra forma saben que su mando es superfluo y efímero. En el fondo es la hoja de ruta de unos perdedores desesperados sin rumbo ni concierto, sin orden ni sentido, sin ley ni justicia, sin libertad ni democracia, y con una ideología hecha a base de retales harapientos que han encontrado en la historia de la ignominia humana, en el estercolero de los bajos instintos depredadores, en la sentina de la más vil escoria animal.

El proyecto neonazi español impulsado por el PSOE y aceptado por gran parte del núcleo dirigente del PP, está diseñado para una época de vacas gordas donde el bienestar material habría de soportar los efectos de sus embestidas políticas irracionales e ilegales y sus atropellos más grotescos y patentes, así como las perturbaciones sociales que ha generado debieran sufrirse sobre un zócalo henchido de pan y circo. Como se sabe, la situación económica nacional es digna de record mundial y no ha hecho más que empezar tanto a verse como a notarse. Lo que supone que el requisito material del proyecto, su aplicación en las “debidas” condiciones de abundancia de la sociedad, es todo un fracaso clamoroso ya en el presente.


Estos neobrujos también se equivocan en el momento de acometer la puesta en práctica explícita y definitiva de sus planes. Han pensado que su siembra durante lustros, hedonista, falsa, doctrinaria y superficial de una parte de la sociedad a la que han estado “trabajando”, supone un número suficiente de aliados en su seno, pero no deja de ser un quimérico deseo, pues además del desastroso escenario económico, los postulados de su plan han sido y son debidamente desmenuzados, despreciados, refutados e incluso odiados por la gran mayoría social española, como indica la resistencia social creciente y contundente, en todos los ámbitos de su existencia. En lo sucesivo sólo cabe esperar una mayor intensidad opositora aunque ya desprovista de los partidos actuales.

El panorama ofrece además una aclaración diáfana de la relación entre economía y política. El trasiego de políticos al mundo económico o a la inversa, señala con nitidez el carácter de vulgares empleados de las empresas privadas, a muchos hombres públicos. Casos como Zaplana, Imaz u otros lo ilustran perfectamente. Y como de lo que se trata esencialmente en España es de la Libertad, una vez resuelto la posición de unos y otros al respecto, lo restante dentro de los grupos políticos es la asimilación laboral de esa actividad pública, la obtención de plazas en esas agencias laborales. En el fondo de los debates del PP por ejemplo, detrás de la jerga viajera al centro moderado o de la simpatía, lo que se juega es quién se queda en los puestos retribuidos y quién no puede aspirar a ese sueldo en cuyo origen está el dinero público para la dedicación a las cuestiones sociales. Este hecho es un reflejo de la composición socio política gobernante española: la casta dominante está compuesta de sus beneficiados directos, sea en las estructuras centrales de la Nación o en las preconfiguraciones de los futuros "estaditos"; he ahí unos intereses minoritarios frente al cuerpo nacional en su conjunto y esta es la verdadera división y estado de las fuerzas que litigan. Como se puede comprender, la desproporción es abismal a favor de los ciudadanos corrientes y molientes frente a tan maligno quiste formado por los grupos políticos oficiales y su régimen monárquico.

Parodiando a los nacionalistas en aquello de que “el que no sea nacionalista no tiene derecho a vivir”, los izquierdistas parecen haber acuñado lo de que “el que no sea de izquierdas no tiene derecho a vivir”, en un corrimiento lógico de la concepción despótica de estos neonazis. A tal extremo ha llegado la confusión de términos y conceptos alimentada por el neolenguaje, que es perentorio calificar de neonazis a los autodenominados de “izquierdas”, sobretodo a los que ostenten el poder político o sean partidarios de esos detentadores. Es necesario la adjetivación más simple para los combates que se avecinan, igual que los símbolos, palabras o frases ya integradas en el pertrecho ideológico de los ciudadanos, como castas, neocaciques, neonazis, taifas, etc.

Los españoles tienen suficiente educación democrática para impedir que los devuelvan al establo, el espectáculo que presenciamos y su conclusión, será todo un ejemplo para la humanidad que participará también en esta fértil tragedia a punto de dar comienzo en todas las Españas.


Antonio Ceballos
Anhäufen ab fleißig spanisch
5-6-08

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