“Ya que hoy, en pleno siglo XX, los nazis se proponen ignorar la historia, la dinámica social y la cultura para referirse a la "raza", ¿por qué no dar un paso más atrás? ¿Acaso la antropología no es parte de la zoología? ¿Quién sabe sí los racistas no irán a buscar las inspiraciones más elevadas para su obra creadora en el reino de los antropoides?”. (León Trostki, 1933)
La caracterización y el correcto etiquetaje de un régimen o de un partido político, hay que hacerla a partir de sus HECHOS, no de lo que dicen esas entidades ni tampoco de su génesis. Con independencia del origen, trayectoria, discursos o programas, lo que señaliza luminosamente a nuestro régimen político y su baluarte actual el PSOE , es de modo inequívoco e irrefutable la destrucción de la Nación España en todas las facetas de su vida política, histórica, económica y social, en sus vises materiales y espirituales, y en la difusión de valores, en este caso “contravalores” o valores atávicos.
Desde el punto de vista económico ha facilitado el control internacional y privado a la Nación de nuestros recursos patrios, ha introducido mano de obra extranjera por encima de las necesidades de nuestro mercado laboral, ha dejado a manos de particulares sectores y recursos fundamentales para el país, y hace dejación de decisiones económicas vitales para los españoles que solo obrando deliberadamente pueden explicarse.
Desde el político ha destruido las bases democráticas que pudiéramos haber albergado, ha robado los programas de los nacionalistas y absorbido la utilidad del PP, ha ocupado todo el Estado, ha dado “neoderechos” sin tener competencia para ello, ha dejado en manos regionales decisiones nacionales, ha permitido el acaparamiento de competencias o delegado poderes ilegales a los nuevos caciques de las autonomías, ha permitido la apertura de delegaciones en el extranjero por parte de los virreyes regionales, ha mentido con profusión y por sistema, ha negociado con los terroristas de ETA un “Estado” independiente en nuestro suelo, y con otros nacionalistas la formación de un confederalismo de nuevo cuño; ha destruido la división de poderes constitucionales de forma irreversible, ha convertido a las Cortes en un carísimo adorno, está bajo sospecha de haber organizado la matanza del 11-M. y el largo etcétera en este apartado como el estatuto catalán, la financiación autonómica o la bilateralidad en las negociaciones acerca del destino de los impuestos nacionales. El régimen monárquico ha traído la presencia de una sola CASTA DE POLITICOS peleados entre sí por la obtención de los despojos Nacionales de España.
Desde el social ha combatido la “conciencia nacional española” ha insuflado el viento del egoísmo particularista, el individualismo consumista, la banalidad, la chabacanería y el analfabetismo como “cultura”; ha despreciado los escasos elementos civilizatorios que habíamos conquistado, ha enardecido el “individualismo liberal” con el “sálvese quién pueda” primitivo y falso, ha emprendido cruzadas de des-socialización y destrucción de los vínculos afectivos-nacionales; promueve y practica la eutanasia y el aborto para destruir la vida humana, ha recurrido a la “memoria histórica” de la guerra civil para introducir una división social basada en odios recónditos y ancestrales ya superados por la propia sociedad.
Desde el ideológico ha combatido el cristianismo y a la institución Católica, ha subvertido los valores de la Ilustración y ha revertido su sentido civilizatorio trocándolo en la burda conducta del bárbaro salvaje proclamándola neodoctrina dominante; ha usado la “alianza de civilizaciones” para introducir la “multiculturalidad” a modo de cuña en la cultura judeo-cristiana-occidental -del mismo modo que los nacionalistas catalanes abominan el idioma español con el “qué bonitas son todas las lenguas” menos el castellano, cuya dictadura de lengua caalana sufre esa comunidad-, ha recogido cuantas ideas, delirios, vulgaridades o sofismas ha encontrado o inventado como eso del cambio climático, la paz universal, el “buenismo”, el radicalismo gay y feminista, o el relativismo moral.
Todo ese cúmulo de actuaciones ofrece con toda claridad y en un primer plano la DESTRUCCCIÓN NACIONAL de España, mucho más que una proposición política concreta como destino para el cuerpo social de España. El actual régimen político español busca y desea el exterminio físico de la gente, incluido el caos y la guerra.
No se conoce en la Historia grupos o regímenes con los que poder comparar esta actuación política descubierta como un PLAN sea o no deliberado y empeñado en destruir todo lo que el pasado construyó en la Nación incluyendo sus propios habitantes; ninguno de anteriores dueños sociales ha obrado en su dominio como un Napoleón sin programa positivo, tal es la conducta de este nuevo Reich. El componente impositivo y de autoritarismo de los fascistas y de los nazis, está siendo acompañado además por un intento de “autorepresión” ciudadana provocado por la difusión machacona de ideología “buenista”, por el acorralamiento de las mentes desde las instituciones o por la letanía opiácea de disfrutar con una “democracia pluralista”.
Por una parte se puede definir a los componentes del régimen como ENEMIGOS Nacionales incluso desde el punto de vista de una clase dominante y sus partidos políticos, cuanto más de los ciudadanos españoles; por otra parte lo más parecido a las ideas que ponen en práctica, más allá del “fascismo” característico de clases medias, autoritarismo, violencia institucional y desprecio a la legalidad, encuentra en el Nazismo su precursor en actuaciones de cariz “biologista”, justificado aquel en la supuesta raza, la benignidad de un nuevo orden político-social. Del mismo modo que el racismo catalán ha sustituido la raza por la lengua, el neonazismo español ha sustituido la raza por la especie, por el propio homo sapiens, al que quiere convertir en un rebaño de somas desprovistos de atributos humanos y ciudadanos de los que la civilización los ha dotado. Es un nazismo más “avanzado”, una “mejora” de su antecesor, un paso más allá de su animalesca concepción política-social. Es un NEONAZISMO ya aceptado conceptual y popularmente por aquellos que sufren sus consecuencias más extremas. Es la nueva y macabra cara del moribundo CAPITALISMO que ha labrado en nuestro país su forma más salvaje y su faz más repugnante.
El stalinismo y el nazismo, paroxismos de autoridad y fuerza bruta, tenían objetivos nacionales y utilizaban métodos similares en pos de los designios que trataban de obtener para su nación. Toda represión y opresión social debe contar con métodos de eficacia probada con anterioridad y en consecuencia, también para un objetivo como la destrucción nacional de España debe contarse con todo aquel elemento capaz de ser eficazmente utilizado, bien sea stalinista o capitalista autoritario, o bien cualquier otro útil surgido en la palestra histórico-social que se avenga a ese deseado y delirante fin destructivo, incluyendo una quimérica masonería tratando de hacerse realidad pública.
Por eso es “indiferente” desde el punto de vista de la Resistencia Nacional tratar de ubicar nuestra situación en una determinada línea de derecha/izquierda que en el fondo es a lo que se llega con las caracterizaciones al uso, cuando tal “lateralidad” dejó de tener sentido no ya en España, sino en un mundo donde se ha estado diluyendo paulatinamente. Esos conceptos tenían un indispensable sentido y utilidad en una tesitura histórica pasada, ahora tenemos un nuevo escenario surgido de una nueva situación mundial abocada a definir de modo inmediato el eterno problema de la supervivencia social cuando los dueños de la sociedad actúan contra los intereses generales de modo insoportable. La derecha y la izquierda están en el pasado, el capitalismo depredador y asesino las ha fundido, son una y la misma cosa aunque tengan diferentes nombres y biografías.
Más que la génesis, discursos o nombres de un movimiento o ideología, la verdadera cuestión a resolver es a qué intereses sirven y qué fines persiguen esos movimientos o ideologías en la actualidad, y en todos los casos veremos que las ideas originales y los movimientos políticos que las sostenían, han sido cambiadas por el tiempo o el espacio, arribando todos a una sola y única cosa a solucionar con carácter de urgencia: La civilización o la barbarie.