sábado, 27 de septiembre de 2008

Se acerca la hora de la verdad.

La confusión española es notoria por doquier, no en vano hace solamente unos años teníamos una situación normal que databa desde la muerte del último Dictador. Sin embargo hoy es innegable que nos encaminamos a una guerra civil casi de inmediato aunque tendrá sus fases,  porque es hacia ese destino como meta  lo que ha venido sucediendo y mostrando con creciente claridad para la comprensión social.

La fórmula de esta encrucijada no deja lugar a dudas: una sociedad que se desprende de   resortes modernos, civilizados y  legales para su funcionamiento, es una Nación  abocada a dirimir sus litigios por medio de la fuerza.  Cuando además la palestra presenta a dos contendientes principales, ciudadanos y gobernantes, la lucha cobrará formas revolucionarias que proclamará un vencedor. Es este estado de sitio es ridículo cuando menos  aspirar a proclamar leyes como hacen algunos políticos, cuando éstas no tienen valedores que las hagan aplicar consecuente y eficazmente como se ve a diario. El juez sin policía es una figura de porcelana en la despensa.

Es muy natural que en el escaso tiempo que los ciudadanos llevan hablando de estas cosas les cueste trabajo entenderlas debidamente, ni siquiera por un número suficiente de personas capaces de influir en muchas más,  aunque el tejido nacional  en su conjunto está entendiendo el paisaje. Justo en este otro aspecto reside también la explicación de los fracasados partidos Ciudadanos y Upd, cuando han pretendido arreglar las cosas políticas pero desde “dentro” del régimen político vigente. La realidad no acepta esas soluciones y las escupe. El inicio del desenlace impedirá que las tensiones canalicen políticamente y en consecuencia el comienzo de hostilidades estará presidido por el desconcierto, el caos y una confusión aún mayor. 

La actual monarquía usurpa el trono del Estado porque está literalmente en pie de guerra contra la Nación y sus ciudadanos; no ostenta legalidad histórico-político-jurídica por la abolición constitucional de facto. Pero también porque los españoles todavía no han entendido con suficiencia la hecatombe de su país,  están asombrados  y  aún no han iniciado una contraofensiva con sus correspondientes organizaciones por crear. Esta es una situación sumamente inestable y provisional que estallará muy pronto. Los intentos de montar Juntas Provinciales se verán superados por su aparición espontánea u otras formas de lucha ciudadana. Sea como fuere alea jacta est.

J.A.U.

27-9-08


 

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