lunes, 6 de octubre de 2008

El capitalismo es un agujero negro.

El triunfo del capitalismo entrañaba su fracaso y destrucción, como ya advirtiera Carlos Marx (Tréveris, Prusia, 5 de mayo de 1818Londres, 14 de marzo de 1883); lo expresó diciendo que el capitalismo engendraba a sus sepultureros. Es lo que el mundo actual contempla con sus propios ojos en un proceso irreversible de paralización productiva que incita y obliga a la humanidad a buscar soluciones históricas durante un periodo de tiempo y de guerras desconcertante y caótico.

El tétrico y secular pronóstico contemplado con un telescopio de alta calidad, ha precisado de la mayor época productiva de la historia y también de su más profunda”victoria” ideológica sobre las sociedades, llevando ese éxito hasta sus últimas consecuencias para moldear al ciudadano medio a imagen y semejanza del prototipo burgués allí en las naciones donde el capitalismo ha imperado durante más tiempo y con mejores resultados y estabilidad social ha reinado.

Ha formado a ese ciudadano en principios y valores fundadores del capitalismo que él mismo ha teorizado, justificado, puesto en práctica con ahínco y difundido contumaz e insistentemente, y ha conseguido que ese ciudadano reaccione como un solo hombre igual que el Amo al que sirve y sus ejemplos particulares. El arrodillamiento de Paulsen o la incitación del gobierno español a perdonar delitos si afloran los billetes de 500 euros, pasarán a la historia como hitos de desesperación, impotencia o depravación empleada para domeñar al monstruo del actual modo productivo y padre de un Leviatán creado por la burguesía mundial.

Pero las consecuencias de todos esos "egoísmos" particulares retirando dinero de las entidades financieras, acto reflejo de "libertad individual” obligado colectivamente por un mismo afán, concepción del mundo y filosofía, es que la vigente consigna lanzada por los dirigentes mundiales “sálvese el que pueda” ha abierto una brecha mortal e irreparable en el casco del “progreso” capitalista.

No ha hecho falta que ningún partido político ni cualquier otra organización haya promovido nada, pero se ha realizado una “huelga general mundial”, un acto masivo sin orden previa, una retirada de fondos indispensables para el alimento de la maquinaria económica de manera sincronizada y promovida por las víctimas a las que sus verdugos habían educado “adecuadamente”. La población de los países más ricos ha entendido “espontáneamente” que debía retirar el dinero de un sistema económico que no garantiza nada y menos aún su individual potencia adquisistiva convertida en moneda. La tan cacareada “libertad individual” ha devenido en necesidad colectiva esclavizando “individualmente” a sus protagonistas. El capitalismo ha sido también un “triunfo” en la implantación de las precauciones monetarias y ha organizado su propia muerte sin desearlo.

Los propios capitalistas muestran que han alcanzado el grado de “gestores” con el rango de “funcionarios” dentro de un sistema que ni ellos mismos han podido manejar, del mismo modo que han convertido a sus víctimas tratadas como mercancía, en espectadores inertes del proceso hasta que han visto el peligro del desplome y empiezan a sufrir sus tremendas calamidades.

Puede decirse que el capitalismo se ha engullido a sí mismo por el sumidero que ha creado su actividad y predominio, impulsado por la mercantilización de todo cuanto en la vida exista. Su propia naturaleza depredadora llevada a límites extremos de últimas consecuencias, alcanza a su propio Ser en un paroxismo devorador ilimitado, indiscriminador e infinito: no se compadece ni de sí mismo. Ha sido un ejercicio de autofagia descomunal, una muy “educada” manera de canibalismo suicida, un ejemplo de eutanasia involuntaria pero muy radical y efectiva. Y todo sin programa político de sus adversarios.

Ante este desolador panorama, todos los capítulos del ideario capitalista han sucumbido junto a los falsos dioses de la propiedad privada, el libre mercado, derecha e izquierda y sus matizaciones, el no-nacionalismo e incluso la “libertad individual” que ha resultado no ser libertad ni individual. Los ciudadanos nacionales por todo el mundo buscarán a otros “capitalistas” mejores que es decir a nuevos comandantes políticos de su especie, seleccionando entre millones a los miles mejores y más sabios, los más valientes, decididos y capaces.

El Manifiesto Comunista tiene visos de convertirse obligatoriamente en es el best seller de la temporada, pues como reza el Manifiesto de la Especie Humana por completar:

“Un fantasma recorre el mundo: el hundimiento del sistema capitalista. Todas las fuerzas decrépitas del planeta están asustadas, desunidas y enfrentadas entre sí frente a su monstruosa y desbocada obra.”

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